VIDEO: https://www.youtube.com/watch?v=VJRSbRnQJcE&feature=youtu.be
AUTOBIOGRAFÍA
A continuación, presentaré mi vida resumida en tres de sus momentos más importantes, los cuales giran alrededor de mi proceso de aprendizaje. Un aprendizaje ajeno al colegio y la universidad, que, por el contrario, se enfoca en mis primeras lecturas, nuevas lenguas, la música y el deporte.

A decir
verdad, mis primeros recuerdos de lecturas son algo borrosos. No leía si no me
lo pedían y para ser franco, no leo si no me lo piden (si no son noticias
deportivas).
Mi primer
recuerdo de un libro toma lugar cuando estaba en segundo de primaria, y la
profesora nos mandó a leer “Corazón”, un libro de Edmundo de Amicis. Y qué lástima
que sea el primero porque es el peor libro que recuerdo haber leído. Tal vez la
forma en la que estaba escrito, su vocabulario y su lentitud eran demasiado aburridas
para un niño de 7 años a quien a esa edad solo quiere jugar con carros y estar
corriendo todo el tiempo, así que no lo terminé; la tortura era demasiado
fuerte para mí.
Nunca he sido
un gran lector, desconozco la razón pero cuando cojo un libro de repente es un
buen momento para dormir. Suelo contar las hojas que me faltan para terminar,
el tiempo se me hace largo y las
páginas, eternas.

Aprendí a
leer así, forzadamente. Las tareas del colegio como única razón pero muy pocas
veces por mi propia decisión. Mis gustos son diferentes. Tal vez lo creo así
porque no he sentido la pasión que otros sienten cuando leen. Debe ser algo
maravilloso por la manera en la que lo cuentan y lo he sentido las pocas veces que lo
he hecho. Lo sentí con "La novia oscura" de Laura Restrepo y unos
más. Pero el día en que tome la decisión de ser lector por diversión, ese día
cambiara todo.

Por otro lado, siempre he sido alguien muy inquieto por la
música. Desde muy chiquito me destaqué en la batería entre otros instrumentos
de percusión sin haber tomado una sola clase. Recuerdo como golpeaba con
lapiceros los muebles hasta hacer rabiar a mi mamá, o armaba baterías con
baldes y tarros de basuras cuyas latas eran escuchadas por toda la unidad. Pero
así empecé, solo, al igual que con el deporte. Rebotando pelotas de plástico
contra la pared del cuarto para taparlas, empecé a convertirme en arquero de
fútbol, y no otro que el de la selección Berchmans de mayores. No fue para nada
fácil. Entreno tras entreno y regaño tras regaño fui creciendo hasta lograr un
gran nivel, el cual abandoné por pereza, al igual que mi percusión. Ya son
meses sin ponerme unos guantes y algunos más sin coger unas baquetas. No me
pregunten por qué, pues ni yo mismo lo sé.
No mucho más tarde, el 27 de Julio de 2014 a las 3:00 pm despegué,
falto de experiencia, algo inmaduro, sin responsabilidades e inseguro de mí
mismo, a la que sería la mejor y más fructífera experiencia de mi vida. Desde siempre
tuve a mis padres ahí para cuando los necesitara, sabía que nada malo iba a
pasar porque ellos se encargarían. Vaya totazo que me pegué en este país al
verme solo.
Debía hacerme responsable de todo lo que tenía que ver
conmigo, hasta el más mínimo detalle, a lo que nunca estuve acostumbrado. Pero
lleno de valor, y porque no tenía de otra, lo hice, logrando no tener problemas
con nada.
Asistí a un instituto de inglés al que van personas
literalmente de todo el mundo y en él realicé un curso intensivo.
Llegué a Toronto un lunes a la 1 de la madrugada y ese mismo
día tenía clase por la mañana, suena feo, pero suena peor si les digo que vivía
en otra ciudad a 2 horas de tal instituto. A las 5 de la mañana el despertador
también se quedó dormido, empeorando mi situación. Mi amiga (colombiana, hija
de los mejores amigos de mis papas que me alojaron en su casa durante esos 6
meses) me despertó y me llevó enseñándome la ruta que debía tomar por los
próximos 6 meses, pues ella sólo me ayudaría ese día. Debía tomar bicicleta
desde la casa hasta el paradero de bus más cercano, el que me llevaría a la
terminal de buses, cogiendo otro en el que me dirigiría a la estación del
metro, la más lejana a mi destino. Una vez ingresaba al gigantesco tren que me
llevaba desde el extremo oeste hasta el centro, observaba cómo cada persona no
despegaba sus ojos del celular, libro o material de trabajo. Parecía que cada
uno viviera en un mundo propio. En fin, una vez me bajaba de este metro, cogía
otro hacia el sur, en el que quedaba mi instituto. Suena algo agotador, pero
era verano. Se pone peor cuando pasan los meses y se acerca el invierno, en el que
me tocaba hacer exactamente lo mismo pero a -31°C y con la nieve hasta mis
rodillas.
Saliendo de la subterránea Union station y subiendo por la
escaleras aparecía entre la nada la poderosa CN Tower que sólo conocía en
fotos, entre otros edificios que parecían tocar el cielo. Caminando un poco
más, veía esa puerta giratoria a la que tanto añoraba llegar, y subiendo en el
ascensor hasta el piso 7, empezaba mi primer día, que desataba mis nervios hasta hacerlos perfectamente
notables. No sabía cómo se comportaban las personas de otras culturas, no sabía
que decirles, y mi escaso conocimiento de inglés me limitaba aún más.
Los días fueron pasando junto al aumento de mi confianza y
autoestima. Hice demasiados amigos y llegue a convertirme en uno de los más
conocidos y queridos por todos los estudiantes del instituto Kaplan. Todo era mío.
Parecía ser lo que nunca fui en Cali, en una de las ciudades más importantes
del mundo. Esto sin mencionar que mis calificaciones y participaciones me
convirtieron en el mejor estudiante para muchos profesores y el favorito para
otros.
Para concluir, mi vida no ha sido transformada por tragedias ni situaciones lamentables, pues mis tres momentos más importantes han sido bendiciones de Dios que me han hecho crecer cada vez más como ser humano. Más que el aprendizaje, pienso que ha sido el compromiso y pasión por aprender cosas nuevas lo que me ha llevado a ser quien soy ahora.
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